Ese calor emocional que quema y agota.
Ya estamos en la época donde el calor es tan fuerte que agota. En ocasiones ese mismo calor hace que me duela la cabeza, me sienta cansada y sin fuerzas para llevar a cabo lo que tenía planificado. Lo mismo ocurre cuando tenemos situaciones que nos acaloran. Con esto me refiero, a momentos de mucho estrés, en particular porque no tenemos el control. Así como el calor del día nos agota, el "calor" de las situaciones difíciles nos consume. Nos ataca la mente y los pensamientos que surgen pueden ser aún más agobiantes. Si has pasado por una situación difícil alguna vez, sabes de lo que hablo.
Nuestro sistema nervioso se altera. Sentimos en nuestro cuerpo cambios que provocan malestar: dolor de estómago, acidez, problemas para dormir, falta de apetito o deseos de comer demás, sudor en las manos, temblores, mareos, desánimo, falta de energía, nos aislamos de los demás, pobre concentración, tristeza y muchos otros malestares más. Los pensamientos no cesan: en el pasado y en la incertidumbre del futuro.
En el libro de Éxodo conocemos la historia de cómo Dios liberó al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. No solo vemos los datos como hechos históricos, sino que conocemos a Dios. Reflexiono sobre la vida de los israelitas y en el "calor" en el que vivían. "En ningún momento Dios los dejó solos. De día los guiaba mediante una nube en forma de columna, y de noche les alumbraba el camino con una columna de fuego." Ex 13:20-21
La presencia misma de Dios estaba con ellos. Esa columna de nube los dirigía, les dio la victoria en el camino cuando segó a los Egipcios que les seguían, les enseñaba el camino y sobretodo- les daba sombra. La presencia de Dios en nuestra vida hace precisamente eso. Nos guía, nos cuida, disipa los pensamientos que nos esclavizan, nos dirige hacia el lugar que debemos seguir y nos da descanso. Cuando el sol es tan duro y el calor agobiante ¡anhelamos tanto estar en la sombra!
Esta historia de la columna de fuego y la columna de nubes para mí es fascinante. Habla mucho a mi vida, porque son muchas las veces en las que he necesitado tanto el fuego como la sombra. De esa columna de fuego hablaremos después. Hoy quiero compartir contigo el deseo de que seas llena de la presencia de Dios y sientas Su sombra sobre tu vida. Y así puedas recobrar las energías y la dirección que has perdido. Si sabes lo que es pasar por un desierto, ya sabes como llegar a pastos verdes.
ps. Si en algún momento sientes síntomas que te angustian al punto que impiden tu funcionamiento diario es una buena idea consultar a un profesional de salud mental.